UN HOMBRE SIN RELIGIÓN

UN HOMBRE SIN RELIGIÓN

Francisco caminó al lado de los olvidados, con manos abiertas y mirada de compasión. No predicó desde tronos, sino desde el dolor compartido. En un mundo que adora el éxito y olvida el alma, su vida fue un susurro de ternura y rebeldía: amar por encima de todo, sanar las heridas invisibles, y recordar que la fe verdadera habita en los gestos pequeños, no en las coronas de poder.

El caos no respeta méritos

EL CAOS NO RESPETA MÉRITOS Y EL AZAR ES CIEGO

UN INCENDIO DIRIGIDO El caos no respeta méritos. Arrasa sin mirar quién trasnochó, quién fue honesto, quién trabajó, quien estudió, quien, a pura virtud, creció. En este desorden social y político que nos traga, urdido con promesas huecas y maniobras calculadas, nadie queda en pie. Se hunden los que creyeron y los que dudaron, los…