JUBILADOS REBELDES, ORDEN SALVAJE
Mientras les meten palos a los viejos, la ministra, desde su oficina, dice que es para mantener el orden, pero ¿qué orden es ese que se sostiene a palazos contra los más débiles?
Mientras les meten palos a los viejos, la ministra, desde su oficina, dice que es para mantener el orden, pero ¿qué orden es ese que se sostiene a palazos contra los más débiles?
En una sociedad donde la lecto-comprensión se desvanece, Juan representa a una generación atrapada por 300 palabras básicas, memes y promesas de autoayuda.
Los iluminados, con lecturas parciales y supuestas epifanías, creen huir del rigor que exige el pasado.
En Argentina, se siente la asfixia de un ciclo sin fin, un pensamiento siempre abismal donde todo se repite, como el Eterno Retorno de Nietzsche, pero con más fastidio que filosofía.
Argentina ha tejido su historia con crisis económicas frecuentes, algunas de ellas muy convenientes para unos pocos, y desastrosas para la mayoría, que han convertido a los jubilados en víctimas recurrentes de administradores incapaces. Desde los años 50 del siglo pasado, los fondos previsionales han sido saqueados bajo promesas de soluciones mágicas, dejando a generaciones…
¿Qué versión de capitalismo es esta que teme al desarrollo, que reniega de la prosperidad, que asfixia a sus consumidores y sabotea su futuro?
La historia se repite como tragedia y farsa. Milei, respaldado por una “lumpen burguesía” sin conciencia de clase, destruye el Estado y somete a Argentina al poder externo. Su gobierno, impulsado por odio e ignorancia, profundiza la crisis, repitiendo el ciclo de autodestrucción que marca la historia del país.
El descontento no se apaga con gases lacrimógenos, sino que crece, se organiza, se multiplica.
El populismo, que florece en la simplicidad de las promesas, tropieza con la complejidad de la realidad institucional.
El gobierno, desde su impotencia y su violencia torpe, termina fabricando un enemigo que no esperaba: las barras de fútbol.